Arquitectura y filosofía
Hay una intención en particular que impulsó al equipo a comprometerse con la presente edición del libro, y que en el fondo es el motivo desde donde se surgió el proyecto de Galimatías: el deseo de una práctica arquitectónica crítica y reflexiva. El estudio de la filosofía, creemos, es una herramienta muy fecunda en éste sentido.
Más que suscribirnos al pensamiento filosófico de uno u otro de los autores que se abordan y, sobre todo, más allá de la idea de que el estudio de la filosofía es el estudio erudito de ciertos nombres y corrientes, deseamos que con ésta publicación se pueda abrir el debate sobre el deber ser de la arquitectura, sobre ciertos problemas, desafíos y posibles soluciones. Por supuesto que el estudio de Nietzsche, de Heidegger, Hegel y Derrida podrá aportar lecciones valiosas para la práctica de los estudiantes y arquitectos que se hagan del libro; pero el estudio de la filosofía tiene un potencial mucho más grande.
Al recorrer el pensamiento de los diferentes autores, sus ideas se harán propias, habrá que interpretarlas y situarlas en un contexto cercano –el de la práctica arquitectónica–; y así, ya en un nivel personal, hacerle preguntas, escuchar sus respuestas y luego responder por cuenta propia. El contexto del grueso de la arquitectura contemporánea se encuentra condicionado por diferentes fuerzas que le son externas, y si desde dentro de sí misma no se cultiva una práctica reflexiva, con cuestionamientos, intenciones y certezas –aunque sean temporales–, se ve absorbida por el mercado, por las modas e imposiciones externas, que terminan por mermar su calidad. La práctica filosófica entendida desde ésta postura pretende, desde la circunstancia propia y particular, enseñar a cuestionar, reflexionar y proponer, más que a recitar; por supuesto, como casi siempre, se comienza por el ejemplo. En éste sentido, el trabajo de Javier Ruiz de la Presa de recopilar las ideas –pertinentes para la arquitectura– que cuatro de los pensadores más importantes de los últimos siglos han redactado, será una gran herramienta.
El descubrimiento de la filosofía va siempre acompañado del despertar de la curiosidad que, a su vez, desemboca en nuevas maneras de ver el mundo, de hacerle preguntas y, finalmente, de responderle. Estamos convencidos de que tanto al tirar una línea sobre el papel como al levantar un muro, e incluso desde que se comienza a imaginar ambiguamente cierta atmósfera, se está tomando una postura respecto de mi posición y relaciones con el mundo; se propone una manera de instalarse en él, de relacionarse con naturaleza, personas, dioses, objetos y hasta consigo mismo. La invitación de la filosofía es, en última instancia, para hacerlo a consciencia.
Los galimáticos